jueves, 30 de diciembre de 2010

Pequeño Buda

Pequeño Buda, tu mirada opaca y triste. Tu pisada errante firme huella deja.
¿Tener o ser? ¿Ser o no ser? Buscas pero aún no entiendes.
¿Tener mucho, ser grande, tener poco, ser pequeño? ¿Tener amor o ser amante?
Pequeño Buda, cuánto interrogante. Y ¿qué es ser amante? Te han dicho que es un estado del Ser. Que tu amor no está fuera, ni tampoco completamente dentro de ti. Nunca puedes perderlo del todo, alcanzarlo totalmente o aislarlo para poderlo estudiar o enmarcar en una pared para observar de lejos, apedrear o rendirle culto en un atril.
Pequeño Buda, te vas dando cuenta que tu amor no depende exclusivamente de otro cuerpo o de otra forma externa. En la calma de tu presencia tú puedes sentir su propia realidad sin forma y sin tiempo como la vida profunda manifestada que emerge de tu forma física.
Pequeño Buda, ahora lo estás viendo, en la base de tu ser radica una existencia que no te pertenece, una vida común, que puedes sentirla en lo más profundo de todos los demás seres humanos y de todas las criaturas vivas.
Pequeño Buda, al mirar más allá del velo de la forma percibida y la separación, hallaste un lazo que todo lo une. Has sentido esa contemplación de la sacralidad en la vida y en la naturaleza como realización de la unidad.
Pequeño Buda, tus huellas van como amante a contemplar activamente el amor, esa vida pulsando bajo todas las formas de la vida.
Pequeño Buda, y el sentir la presencia de esta vida “Una” en lo profundo de ti mismo y de todas las criaturas, te va emancipando de los velos de maya con una mágica bondad y compasión.
Pequeño Buda, ahora sí, vas amando a Dios, danzando el nirvana, con un rayo de luz que toca tu frente y te eleva, mientras tus huellas se desvanecen en el despegue de tu vuelo cósmico.
Pequeño amante, tu mirada brillante mirará a través de la mirada alegre de otro amante.

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¡FELIZ Y PROSPERO 2011 PARA TODOS!

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