miércoles, 18 de noviembre de 2009

La bestia

-I-

Todo era verde salvo el techo negro y el piso mojado del cual no se distinguía su color. Allí estaba él, meditabundo, ensimismado, en una banqueta. En su puño un papel se hacía un bollo. Era un borrador de sus escritos extraviado en el bolsillo de su jeans. Lo extendió y lo leyó nuevamente. Decía:
“… Octubre… fue solo una fecha, un día, un puñado de acontecimientos que como gota fluyente del mar de la historia un escritor reclama para saciar su sed de nostalgia o su oficio; de puño y letra él la pinta en un lienzo que será miles y miles de gotas destilando en la frente de quienes no pintan más que su propia frente, escurrida con el pulso dominante de aquel historiador quien suelta su trazo a su libre arbitrio y presa arbitrariedad.”
Él lo arrojó con un golpe de ceja en desaprobación.

-II-

Sufría el calor que existía en el lugar, como si estuviera vistiendo un térmico y corriendo en círculos en medio de un Sauna repleto de gente emanando vapor. Mermaba el calor con lo que le quedaba de una cerveza fresca, mientras miraba buscando a alguien entre la tumultuosa enredadera de cuerpos sudorosos y luces verdes, en contrapunto con una música saturante. Es Lucas, quien le dice que “lo quiere ya”. El piensa que es en alusión a la piba que lo acompaña: una gatita con expectativas de tigresa que “no sabe lo que quiere”.
Volteó para pedir un trago y ante él apareció un mural de la última cena, pintado en la pared húmeda. Contemplativo vio en él a Papo, Charly y el resto de los doce apóstoles encarnados en las bestias del Rock. Desde el centro, con una pipa en su mano derecha el mecías, el “Indio”, lo miraba fijamente como queriéndole decir algo. Desde la pintura, con esa mística esotérica que lo caracteriza, con esa magia que lo envuelve, con su Dios al lado y el Diablo revoloteando…lo miraba. Sintió como si estuviera sosteniendo un dialogo silencioso con su imagen, o como si le estuviera susurrando, con la mirada detrás de los lentes pintados, una señal: “¿Lobo estás?”. Se oía la lírica en el ambiente y latía en sus venas de Rock: “…condenada sangre, cosquillea tibia…”.

-III-

Su vejiga estaba colmada del elixir y placebo de las víctimas del vaciamiento y de los arrojados al placer de los excesos. No resistía más y se fue en dirección al baño. Todo era verde y la única puerta que estaba libre lo invitaba a pasar.
Entró y allí estaba, frente a él. Lo venía acechando como de costumbre y esa noche lo increpó. Allí, con sus colmillos blancos marfil amenazantes de muerte y reflejándose en el suelo. Lo desafió a no apartar la vista, dialogando silenciosamente con la mirada, con sus ojos atemorizantes y penetrantemente absorbentes. Él arqueó su cuerpo inclinándolo hacia la bestia. Se arrodilló. Transpiraba y temblaba.
El lobo, con el pelaje en su lomo totalmente erizado y sus cruentas garras, le olfateaba el cuello como marcando su territorio, dispuesto a usurparlo por la fuerza brava. Él, agitado, respiraba el aliento del animal quien a su vez jadeaba exhalando rabia. Ambos rivalizando, como suricato y cobra, a milímetro y medio entre hocico y cara, en un eterno instante, como bailando un tétrico lento detenido.
Pero, esta vez el lobo desistió y desapareció dejándole una provisoria calma.

-IV-

Aún convulsionado, con la sensación de la adrenalina recorriendo su cuerpo salió y tomó a la muchacha de la mano. Ella desconcertada le preguntó a donde estaban yendo y, mientras se marchaban, él le susurró dulcemente muy cerca de su oído:… “a brillar” -ella soltó una bella sonrisa-, esta noche “vamos a brillar mi amor”…

2 comentarios:

Florencia dijo...

Dario! me sorprendio.. esta bueeno, le cambiaste cosas me aprece, hay muchas aprtes que em gustaron. la priemra sobre todo, el prirmer párrafo antes de la cita esta muy bien la redacción y has dejadod e lado un apr de muletas de las que te sabias agarrar siemrep . Esta bueno desvivncularse a veces de lo que uno hace para hacer cosas nuevas, eso por lo menos me ensweño a mi el taller.

lo unico:
"Todo era verde y la única puerta que estaba libre lo invitaba a pasar."
No personifiques los objetos


Y el final hubiera preferido que me delatara menos cosas.

Besos

Dario Palminio dijo...

Flor, ¡Muchas gracias por tu crítica! Y si! la verdad que el taller fue y me será de mucha utilidad por lo aprendido (y como reminiscencia de mis futuros aprendizajes). El relato estuvo inspirado por algunas de mis noches de paso en el Pub la Rustica (En zona del Abasto de Córdoba). De echo, allí esta el mural (La última cena de los Rockeros) del cual rescate una porción con una fotito de mi cel.
Saludos y nos vemos!