martes, 29 de diciembre de 2009







Se notaba que aquello era un hueco;
como si ahí hubiera habido un espacio,
un bajar la mirada a una nota al pie y después volver;
un “tramo” que alguna vez había resultado insalvable.

Todo eso que parecía que se había contado y recontado tantas veces hoy era hondo,
era oscuro.
Tenía la sensación además de que la brecha se hubiera tragado un par de cosas,
y todas ellas hubieran estado siempre cayendo,
rodando,
o sin hacerlo.
Sin arrastrar nada,
o llevándoloselo todo,
para no tocar fondo nunca.

El movimiento circular y las anécdotas sobre la rueda me hicieron acordar a una frase que había escrito una vez:

“soy un círculo que gira en una calle recta”

Y entendí ahí la inutilidad de la metáfora;
y entendí también que el problema estaría no si yo giraba en rectas,
sino en curvas;
habría tantas cosas redondas,
igualmente redondas.
Entonces recién ahí esa confusión se parecería mejor a este caos;
y la metáfora sería una metáfora y no una frase que me asaltó en una clase epistemológica.

Hay un par de personajes de una serie-de-dibujos que mira Abuelo y Hermano,
se llama : “Los Padrinos Mágicos”
Supuse- mientras la miraba de reojo- que en esa serie los dos padrinos/haditas elevarían a Timmy para que se deslizara sobre cualquier hueco,
sin pisar,
sin rodar,
sin caerse.

Timmy Turner tiene ojos celestes y es varón.
Usa siempre una remera y una gorra rosada, muy rosada y es varón.
Pide deseos –distintos- todos los capítulos,
es decir todos los días,
pide deseos, tiene voz fina y es varón.


A veces,
Sobre todo en las noches,
Me acuerdo cuando me preguntaban a mí que desearía en caso de que mágicamente pudiera hacerlo.
Se me cruzaban por la cabeza muchas cosas;
entre ellas:

“volar”

por ejemplo
- como decían que querían todos-

En realidad sabía bastante bien lo que quería,
lo que deseaba;
deseaba ser de varias formas,
todos los días de distintas formas,
pero realmente,
honestamente,
cuando me preguntaban nunca sabía exactamente como contestar lo que deseaba.
MFL

viernes, 25 de diciembre de 2009

El círculo

18:08 hs Llego tarde. Dibujo un mapa en mi cabeza, por las cuadras que quedan y el tránsito, tardaré menos caminando. Cruzo en diagonal la plaza, poca gente anda dando vueltas, llovió temprano y nadie se quiere mojar. Llego a la próxima esquina, miro la numeración y cuento las cuadras que faltan. Me apuro más. El viento golpea mi cara. Hago carreritas imaginarias con la gente que camina delante de mí, pongo en mute el sonido de la ciudad.
La calle se va angostando y el paisaje cambia de una cuadra a la otra. Edificios, paradas de colectivos, negocios con carteles y cajones afuera, gente amuchada oliendo a transpiración. De pronto, los techos bajan y aparecen casas con jardines y verjas, madres paseando criaturas que no llegan al metro y que moquean y babosean al mismo tiempo. En este paisaje, esos obreros rompiendo la calle, yo frenética y desencajada y ese muchacho de buzo naranja que camina delante, desentonamos. La tarde sigue gris y estoy perdida.
Giro. Subo una cuadra para no volver a pasar por donde están los obreros rompiendo la calle y murmurando palabras como te chupo todo, chupamela, vení mamita que la tengo dura y demás. Me repito “estoy perdida” y, en la repetición, la calle que busco se vuelve desconocida. No estoy segura si esa calle está por acá o si era esa la calle que decía el mail. Sigue gris la tarde.
Desisto de llegar y recuerdo a todos los que les conté que vendría. Empiezo a pensar las próximas justificaciones:
-no llevé la dirección
-no tenía la dirección exacta
-confié en mi intuición y me falló
-desistí de ir

Desistí de ir y encuentro la calle, la próxima cuadra es al 900. Tomo velocidad otra vez, respiro hondo, me tuerzo el pie, pateo una bolsa de basura, parece que voy a rodar por la vereda y dar con el culo en el piso, pero no. Una casa vieja termina y se abre un espacio, un cartel anuncia que es acá. De un lado una entrada de cochera, un auto estacionado y una puerta doble, negra y cerrada. Del otro, una vidriera iluminada muestra un espacio blanco, con estantes, libros y una rubia detrás del mostrador. Abro la puerta, subo los escalones, hago cinco pasos y la rubia sale del monitor, mueve los brazos y dice algo sobre mis datos. Subimos una escalera con paredes verdes flúo. Arriba una especie de oficina con media pared de vidrio y puerta oscura. La rubia abre la puerta. Adentro, sentados en círculo y en sillas incómodas un grupo de personas. Sentado en un cómodo y mullido sillón bajo, un buda. Interrumpo. Todos, incluido el buda, se quedan mirándome. Digo algo y él parece entenderlo. Están todas las sillas ocupadas, creo que es la excusa perfecta para ingresar disimuladamente el silloncito que está fuera pero él se apresura a bajar y buscarme una silla exactamente igual a las demás.
Llegué.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz navidad 2009

¡Feliz navidad 2009! Para todos los seguidores del blog del taller y para mis queridos compañeros. ¡Les deseo una feliz celebración en estas fiestas a todos!

Les dejo dos presentes navideños virtuales:

-Una "Canción de navidad" de Silvio Rodriguez (donde se puede leer el texto).


-El escrito de "Una navidad" de Truman Capote.
Enlace a Una navidad de Truman

martes, 22 de diciembre de 2009

Instrucciones para la escritura de Rozitchner

Comparto con ustedes este video que encontre en la tela de araña virtual. En él, Alejandro Rozitchner (Escritor y filósofo) nos brinda, de forma simple y concisa, consejos sobre cómo hacer para ponerse a escribir. Los consejos se orientan directamente hacia la acción, hacia la práctica concreta de escribir.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

bellos, pálidos y jóvenes

Los Algunes

Esta es la historia de alguien. Si bien el lector atento puede llegar a reconocer este inicio del relato, el nudo y el desenlace de esta historia no tendrán semejanza alguna con la que el distinguido lector seguramente ya ha leído en alguna otra ocasión y podrá ver que un mismo inicio no siempre converge en un mismo final.

Este alguien tiene un nombre. Seguramente. Pero yo no lo conozco. Al nombre. A este alguien, sí. Pero realmente nos es prácticamente irrelevante el nombre de este alguien. Digamos que, para individualizarlo, para darle forma humana, llamaremos a este alguien por Alguien.

Alguien es un tipo normal. Tiene intereses, como cualquier otra persona. Y, también, por qué no, intereses en otra persona. Y curiosamente a esa otra persona le interesa alguien, que es, claro, Alguien. Podríamos, no puedo evitarlo, llamar a este nuevo interés de Alguien, por Alguna. Alguien y Alguna se conocieron por medio de
círculos. Eso círculos que alguna (y no Alguna) vez mencioné. Hasta hubo un futuro día de pesca.

Alguien y Alguna –de ahora en más, los Algunes, ¿vio?, para facilitar la escritura– no llegan a conocerse del todo y Alguna deja de contactar a Alguien. Alguien no comprende nada, aunque tampoco reclama algo, y la desazón lo absorbe. Y así como la desazón absorbe a Alguien, Alguien absorbe a su vez grandes cantidades de alcohol para olvidar a Alguna; sus técnicas milenarias del chamuyo y la seducción ya no le han funcionado.

Es que últimamente el pobre de Alguien anda mal de probabilidades y la dupla de la seducción y del chamuyo –amistad y química– se tuerce irremediablemente sobre la primera, que es justamente el dado que ha lanzado Alguna. Analizando un poco más el dado en profundidad (bueno, no en profundidad, pero sí viendo las caras del mismo), Alguien ha observado que sólo en una de las seis caras del cubo puede leerse la palabra "química". ¿Será que todas las Algunas usan el mismo dado? ¡Si tan sólo supiera quién es el maldito comerciante de azar que vende dados de amistad en vez de dados químicos!

Hay alguien que necesita empezar a tomar clases de casino o anotarse en el curso de croupier.

martes, 1 de diciembre de 2009

La bestia y el charmant

Hoy voy a amarte
a mi manera personal,
hoy voy a amarte
como la bestia y el charmant,
un amor refinado y exquisito,
también obsceno, zafio , ramplón y vulgar

Hoy voy a peinarte
como un coiffeur internacional,
y hoy voy a manosearte
con la finura perversa de un sátiro rufian,
vas a perder la orientación, bebé,
con mi melange de raffinoeur y fourvouyant

Hoy vas a intoxicarte
con caricias y dulzuras de criatura surgida de un extraño ensueño
y hoy vas a montarte potranquesa,
desnuda de tabúes a los furores galopantes de mis instintos animales,
estallarás fosfórica y llena de luz en alma y cuerpo
y llegaremos hasta el éxtasis del cielo

Hoy me siento indigno
si no me hinco de rodillas
a adorarte y rezarte y venerarte
ígnea y férvida ninfesa,

hoy estoy perdido,
en el cosmos negro y frío,
en el cosmos misterioso de tu ausencia,
mi enjoyada arzobispesa,

nunca jamas voy a olvidarme
de cómo hicimos el amor
sobre tu alfombra francesa.


Papi Chimi Romero

sábado, 28 de noviembre de 2009

La finalización de una Era


“Todo concluye al fin” como dijo ferozmente Tango en una canción que resultó ser bastante popera; lo cual confirma varias cosas, entre ellas, que se puede llamar tango a lo que queramos en la Argentina como argentinos con habla hubiere dependiendo la época.

EL jueves se terminó,

en mi casa.

Fue la fiesta más heterogénea de las que he participado en mi vida y eso que he estado en Dorian Grey,

y eso que sido parte de asados de agrupaciones políticas estudiantiles,

y eso que estudio comunicación en la Escuelita.

Cuando pensé en un adjetivo para devolverles que hiciera primero foco y después dejara así como un alo o un reflejo de todos casi me agarra una convulsión; así que abandoné la tarea.

En vez de eso que hubiera sido mucho más simple, pero lo fundamental hubiera ocupado menos espacio decidí el texto aún sin saber que iba a poner, desobedeciendo a Quiroga en su decálogo del perfecto-cuentista-.

Reunirse en un lugar a leer y a escribir suena hoy casi impensado. Gastar el tiempo, querer que no se acabe nunca, estar dispuesto a pagar el doble si es necesario para que no se acabe nunca, me hace sentir que un poco de patetismo todavía gira sobre nosotros y me sirve para que nos demos asco cuando pensamos en eso y por resolución lógica-para Lusaka- cuando nos miramos al espejo.

Creo que este texto nunca empezó, que siempre fue final desde la primera línea; desde la canción de Pablo..”esta es la despedida de sexto B..”creo que escuche mientras ponía la mesa y Clara movía el Chop-suey y por dentro puteaba el fuego tibio y lento de la ornalla más chiquitita que resultó ser la más fuerte.

Encima Lusaka decía algo que “lo nuestro duró.. lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks..” en realidad no lo decía lo pensaba mientras sonaba mi guitarra media desafinada; y no lo decía porque es lógico pero también es tímido para cantar sobrio. Espero que después de casa no se haya ido a visitar cenicientas en la esquina para solventar la depresión de la despedida.

Y digo que fue una despedida porque como me resulta claro reconocer todos de alguna manera se estaban yendo; bueno Hora se fue directamente , yo creo que no tenía nada que hacer-porque cuando le preguente no supo responder- pero se me dio por pensar que si comía y se quedaba hasta el final iba a estallar en llanto después y el lo sabía y por eso se fue.

Juli trajo frutillas, para ser inconciente de que todos se estaban yendo. Va de que el taller éramos todos y que el taller se estaba yendo y eso nos llevaba a irnos a todos, ni idea a donde, pero a un lugar para esperar el año que viene cuando comience el próximo.

La que llegó temprano y escribió y todo- creo que le inspiraron las escaleras de la entrada de mi departamento fue Graciela, que no solamente puso órden dentro de la herogeneidad que podría haber terminado con alguien muerto en el departamento o ahogado en el inodoro o… sino que fue el pie casi como la pieza indispensable sin la que Darío no podría habernos demostrado a todos de manera magistral y con un silencio que a algunos empezó poner incómodo “el poder de su mente”. Y suena a película de ciencia ficción y creo que a más de uno le agarró miedo porque terminaron yéndose al balcón con la excusa de fumarse un pucho.

Por ejemplo Marcelo, y mirá que a Marcelo le creo- aunque Clara ebria afirme lo contrario-porque él es psicólogo y los psicólogos tienen algo; entonces hay que bardearlos, decir que son una mierda o creerles todo. Frente a eso no se me ocurren muchas opciones.; por lo menos a mí, a Marce seguro que sí; esas son las que me dan miedo.

Hubo resto que no estuvo, que no estuvo hace mucho como Majo que debe haber escuchado por ahí que queríamos vengarnos de ella y por eso se escapó-nadie sabe tampoco a donde- pero la reflexión sobre los lugares esta en otro posteo.

Pasaron algo así como dos días y me levanté y me puse una consigna: “tenes que ponerte a estudiar nena” y como hicimos casi todos durante estos tres meses me revelé a la consigna y dije voy a escribir un texto sobre el fin del taller; prendí la compu, no andaba Internet, “la puta madre” pensé, pero lo escribí igual, entremedio resucitó la señal asi que ahora lo subo mientras este texto se sigue terminando. Esta era la lógica del blog no?.

viernes, 27 de noviembre de 2009

La Hoguera

La canción que escuchamos ayer:

http://www.youtube.com/watch?v=--IwnUe-NIM

Besos

Florflor en la radio?

Para mi amiga AnaCielo que me bancó
y me prestó el fijo.
Y para todos los que me hicieron el aguante
y no durmieron la siesta para escuchar
una pesada leyendo cuentos.




Es raro estar en un lugar y despúes estar en otro.

Como cuando vas a la escuela y estas de este LA-DO del escritorio y hay otra persona que tiene la misma edad que tu madre o tu tía que empieza a dar órdenes de ese otro lugar.

O cuando subís a un colectivo y quedan de un La-do todos los pasajeros de arriba o de abajo y de otro LA-DO ni siquiera separado por una pared los choferes, que uno se dan cuenta que son choferes y no pasajeros presisamente porque están en ese la-do.

Entonces los espacios- no solamente físicos- describen también las posiciones. Las respuestas. lo íntegro y lo no.Las facetas. Las mentiras.
Los lugares parecen que tienen significado;
o capaz no signifiquen un carajo.


A lo mejor sale lindo,
a lo mejor te gusta

a lo mejor pensás que es una mierda ,
siemrpe esta bueno pensar que podríamos haberlo hecho mejor. Casi la misma sensación de cuando escribís una novela, un poema, un cuento o cuando se te viene a la cabeza un "puto verde recuerdo ".






Lectura y presentación de Flor Lopez en La radio Arinfo de Capital Federal (Buenos Aires)

jueves, 26 de noviembre de 2009

Poema IV



Te van a pegar en tu propia casa,
te van a decir cosas que nunca te dijeron;
van a esperar a que vuelvas para agarrarte desprevenida;
te van a cellar los ojos con purpurina vencida,
y después te los van a abrir para que veas resucitar a todos los patos de manera zoológica.

Te van a descargar de encima todas las culpas,
todas las ganas,
y cualquier exitación.

Vas a quedar seca,
desnuda,
con frío y de cuclillas.

Vas a razonar el clima, el viento.
vas a ser parte de un todo cíclico que se volverá infinito.

Vas a mentirte;
a rasguñarte;

y todo eso hasta que aprendas

a gritar mi nombre.



Pd: Y todo eso te lo va a hacer este viejo:



Foto: David




nota

No era un cuaderno con hojas vacías, era el apunte de la facu, fotocopias apiladas unidas por un espiral de plástico con una carátula amarilla que decía “Lógica”. Sobre el margen blanco, Cecilia escribió: Pájaros negros se ahogan en tu bañadera. Te quedas mirando. Siempre te quedas mirando. Tus ojos son de tierra.





miércoles, 25 de noviembre de 2009

La cena

miércoles, 18 de noviembre de 2009

La bestia

-I-

Todo era verde salvo el techo negro y el piso mojado del cual no se distinguía su color. Allí estaba él, meditabundo, ensimismado, en una banqueta. En su puño un papel se hacía un bollo. Era un borrador de sus escritos extraviado en el bolsillo de su jeans. Lo extendió y lo leyó nuevamente. Decía:
“… Octubre… fue solo una fecha, un día, un puñado de acontecimientos que como gota fluyente del mar de la historia un escritor reclama para saciar su sed de nostalgia o su oficio; de puño y letra él la pinta en un lienzo que será miles y miles de gotas destilando en la frente de quienes no pintan más que su propia frente, escurrida con el pulso dominante de aquel historiador quien suelta su trazo a su libre arbitrio y presa arbitrariedad.”
Él lo arrojó con un golpe de ceja en desaprobación.

-II-

Sufría el calor que existía en el lugar, como si estuviera vistiendo un térmico y corriendo en círculos en medio de un Sauna repleto de gente emanando vapor. Mermaba el calor con lo que le quedaba de una cerveza fresca, mientras miraba buscando a alguien entre la tumultuosa enredadera de cuerpos sudorosos y luces verdes, en contrapunto con una música saturante. Es Lucas, quien le dice que “lo quiere ya”. El piensa que es en alusión a la piba que lo acompaña: una gatita con expectativas de tigresa que “no sabe lo que quiere”.
Volteó para pedir un trago y ante él apareció un mural de la última cena, pintado en la pared húmeda. Contemplativo vio en él a Papo, Charly y el resto de los doce apóstoles encarnados en las bestias del Rock. Desde el centro, con una pipa en su mano derecha el mecías, el “Indio”, lo miraba fijamente como queriéndole decir algo. Desde la pintura, con esa mística esotérica que lo caracteriza, con esa magia que lo envuelve, con su Dios al lado y el Diablo revoloteando…lo miraba. Sintió como si estuviera sosteniendo un dialogo silencioso con su imagen, o como si le estuviera susurrando, con la mirada detrás de los lentes pintados, una señal: “¿Lobo estás?”. Se oía la lírica en el ambiente y latía en sus venas de Rock: “…condenada sangre, cosquillea tibia…”.

-III-

Su vejiga estaba colmada del elixir y placebo de las víctimas del vaciamiento y de los arrojados al placer de los excesos. No resistía más y se fue en dirección al baño. Todo era verde y la única puerta que estaba libre lo invitaba a pasar.
Entró y allí estaba, frente a él. Lo venía acechando como de costumbre y esa noche lo increpó. Allí, con sus colmillos blancos marfil amenazantes de muerte y reflejándose en el suelo. Lo desafió a no apartar la vista, dialogando silenciosamente con la mirada, con sus ojos atemorizantes y penetrantemente absorbentes. Él arqueó su cuerpo inclinándolo hacia la bestia. Se arrodilló. Transpiraba y temblaba.
El lobo, con el pelaje en su lomo totalmente erizado y sus cruentas garras, le olfateaba el cuello como marcando su territorio, dispuesto a usurparlo por la fuerza brava. Él, agitado, respiraba el aliento del animal quien a su vez jadeaba exhalando rabia. Ambos rivalizando, como suricato y cobra, a milímetro y medio entre hocico y cara, en un eterno instante, como bailando un tétrico lento detenido.
Pero, esta vez el lobo desistió y desapareció dejándole una provisoria calma.

-IV-

Aún convulsionado, con la sensación de la adrenalina recorriendo su cuerpo salió y tomó a la muchacha de la mano. Ella desconcertada le preguntó a donde estaban yendo y, mientras se marchaban, él le susurró dulcemente muy cerca de su oído:… “a brillar” -ella soltó una bella sonrisa-, esta noche “vamos a brillar mi amor”…

Otro más, por favor

-I-

El 3 de octubre de 1886 me encuentra acá sentado en este bar, apoyado sobre la barra, bebiendo ya sin sed. Si sumo todos los números de la fecha que acabo de recitar voy a obtener tu edad dentro de dos años.

Jefe, la cuenta por favor. No. Prefiero seguir bebiendo. El amor con controles de alcoholemia no me la pone dura, dijo alguien por ahí. Mejor le hago caso.

Acaba de entrar Miss Robinson ventilando sus enaguas y yo acá pensando. La veo de reojo.

Si sumo todos los números del 13 de octubre de 1886 voy a obtener tu edad dentro de tres años.

-II-

Miss Robinson pasó a mi lado y su perfume terminó de embriagarme. La veo de reojo esta vez con el otro ojo.

Me bajé del taburete y encaré –tambaleándome y como podía– para el servicio. Un mingitorio estaba vacío y en el de al lado meaba un lobo. Después de dos sacudidas –más de tres es paja– el lobo se fue. Yo lo saludé: “chau lobo feroz”; me dijo: “chau hombre araña”.

-III-

Volví a la barra y mi vaso estaba tal cual lo había dejado. Una borra verde, espesa pero medio transparente se había formado en el fondo del vaso. ¿Esto estaba bebiendo yo?

Levanté el vaso y miré a través de él: “todo está verde”, pensé. Y vos no estás ni verde, ni madura y tampoco estás acá, como me habías prometido que ibas a estar. Hoy voy a dejar mi disfraz colgado en otro perchero. Ahí vuelve Miss Robinson.

Si sumo todos los números del 23 de octubre de 1886 voy a obtener tu edad dentro de cuatro años.

Jefe, póngame otro más, por favor.

domingo, 15 de noviembre de 2009

La sospecha de Laura.

El 3 de octubre de 1886 la operaron. Despertó desconfiada y sin voz. Tomó el vaso de agua que había sobre la mesa, donde antes creyó ver un ramo de flores blancas que ya habrían tirado, marchitas por la temperatura de aquella habitación caliente y seca, de aire y polvo revuelto por el viento que entraba por la ventana. Quizás aquél no era un vaso de agua para ella, pensó, sino más bien el mismísimo florero en donde entonces estuvieron aquellas flores. Bebió a incómodos sorbos el agua tibia que había en el vaso y, cuando estuvo por dejarlo otra vez sobre la mesa, decidió tirarlo al piso de manera violenta. El objeto de vidrio estalló en un sonido chillón y prolongado, como si cada parte del vaso se rompiera en diferentes tiempos. De pronto se hizo silencio. Laura se asomó desde su cama y vio los pequeños pedazos de vidrios decorando las baldosas grises, vio el vaso esparcido adueñarse del piso, brillando junto a las gotas de agua que reflejaban la bombita de luz que colgaba desde un cable en el techo de la habitación. Pensó que aquello era hermoso. En ese momento, apareció una enfermera alarmada, ¡Señora ¿esta bien?!, le preguntó. Ella no contesto, apenas abrió los ojos mientras mojaba con baba la almohada. La enfermera se le acercó esquivando los vidrios, revisó el suero, le acomodó la almohada y le dijo que se despreocupe y que descanse, “sólo se cayó un vaso que había sobre la mesa, nada grave”, y se fue.
Laura se sentó en la cama, se quitó las agujas que le pinchaban los brazos y caminó hacia el pasillo, dejando huellas de sangre a cada paso sobre el piso. La luz allá afuera era verde, las paredes eran verdes, las flechas, los bancos y las sombras: todo era verde. A veinte metros, a mano derecha, estaba la puerta del baño. Laura caminó con esfuerzo sosteniéndose de las paredes, llegó hasta la puerta, empujó casi sin fuerza y ahí lo encontró, enroscado en su propio cuerpo, en un rincón bajo la bacha. El lobo tenía las pesuñas lastimadas, el hocico manchado y en su espumosa boca, la muñeca de trapo de Josefina todavía entera aunque sucia y con el vestido roto.

jueves, 12 de noviembre de 2009

David Stewart


Frangmento de..

II

En el barrio ya conozco tres personas que llevan tu nombre.

Una trabaja en el mini-mercado de la esquina. Los sábados atiende la caja y el resto de la semana- menos los domingos que no trabaja, que nadie en el mini-mercado trabaja- repone en las góndolas de comestibles; más particularmente de fideos.

Yo nunca supe bien como hacerme el tonto así que ese defecto me cuesta plata.; a los 35 años ya no se aprende a ser vivo, eso se enseña en la adolescencia. Digo que me cuesta plata porque todos los días compro un paquete de fideos, para ver a Andrea que trabaja de repositora en las góndolas. Todos los días menos los sábados que compro cualquier cosa.

Como fideos usualmente pero de manera obvia no un paquete por día así que ahora me dedico también a la caridad; los domingos voy a la Iglesia –ya que el mercado no abre- y dono todos los paquetes de fideos que me han sobrado de la semana. Andrea la repositora debe pensar que tengo una familia numerosa y que soy un marido ejemplar. Esa creo es la única parte positiva; de que piense que tengo una familia; por ahí eso la seduce: es seductora la idea de lo prohibido aunque también la de lo no ejemplar.



(Fragmento)

martes, 10 de noviembre de 2009

...
Acá está faltando algo.
Algo.
Urgente.
...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ilusiones


...y así el chinito sobre el tejado se perdió en el cielo neuquino, admirando el atardecer sobre el Mari Menuco, hasta que recordó que ni recordar podía, por ser chimenea y no chinito, pero aún así desafió a quien lo viera a no caer en la trampa de volver a verlo como el chinito que se pierde en el atardecer del cielo neuquino, trampa que tal vez le permitiría volver una y otra vez a ser el chinito sobre el tejado que se pierde en el cielo neuquino y admira el atardecer sobre el Mari Menuco, hasta ese siempre injusto final en que recuerda que ni recordar puede por ser chimenea y no chinito...

viernes, 30 de octubre de 2009

El estanque

Era un día común y corriente. Un día como cualquier otro. Todo estaba tranquilo. Y el estanque también.

- ¿Qué hacés Rulo? ¿Todo bien? Hace rato que no te veía por acá.
- ¡Hola flacura! Sí, todo está bien. ¿Qué contursi?

Rulo y el Flaco son amigos desde que nacieron. Tienen tantos días el uno como el otro. Hasta, creo, la misma fisonomía y comparten incluso el color de pelo. Eran lindos días aquellos. Y todo en el estanque se sucedía y todo transcurría con la misma tranquilidad y con la misma parsimonia que caracteriza el movimiento de un caracol que se mueve en cualquier plano posible.

- Nada che, lo de siempre, ¿viste? Una pileta hoy por la mañana y ya voy por la cuarta.
- Ah, sí, veo que seguís con el entrenamiento exhaustivo. Yo en cambio, poco y nada. Un poco de pecho y ahora algo de espalda, pero a un ritmo muy tranquilo. No tengo ganas de estresarme.

Al Flaco le gustaba mantenerse en estado. El Rulo, bueno, lo de siempre. Un poco más rezagado. De repente, lo inesperado:

- ¿Y eso? ¿Qué es ese temblor? ¿Por qué tanto movimiento?
- No lo sé Flaco, nunca había visto ni sentido algo así. ¡¿Qué carajo es esto?!

Todo empezó a moverse. Todo se avivaba. Y el estanque que siempre estuvo calmo –aunque a veces experimentaba ciertas nimias agitaciones– se enfureció de repente como se enfurece Neptuno y todo era caos y todo era un solo movimiento brusco.

El espejo del estanque se quebró en mil pedazos y cada filo de cada polígono especular se encorvó generando olas que taparon a los dos amigos. Las olas, no obstante, respondían a un movimiento armónico simple, y si bien su frecuencia era alta y constante, lo peligroso era en realidad la amplitud de tal movimiento, lo que provocaba que las olas golpearan con fiereza.

El tiempo pasaba y el movimiento se aceleró. La frecuencia aumentó y los amigos fueron separados por la violencia del entorno. De nada sirvieron los gritos ni los intentos desesperados para encontrarse. Ya todo parecía estar perdido. Y si bien se veían, no podían alcanzarse ni oírse. Y entonces, así, como si nada, de un momento a otro, dejaron el estanque que alguna vez los acogió calurosamente, y de esta forma, terminaron pegados en la cortina que cubría la ventana que daba a la avenida.

martes, 27 de octubre de 2009

Interesante ...

Ok, sé que no tiene mucho que ver con literatura, pero al igual que el sartenazo anterior, podría ayudar -a la larga- a un oso polar ...

http://www.hoy.es/20090924/sociedad/orinar-ducha-ahorra-litros-20090924.html

Salud!

lunes, 26 de octubre de 2009

Embriágate

Charles Baudelaire


Es preciso estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la horrible carga del tiempo, que aplasta tus hombros y te inclina hacia la tierra, es preciso que te embriagues sin tregua.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que te plazca.
Pero embriágate.
Y si alguna vez en los escalones de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la soledad lúgubre de tu cuarto, te despiertas, la embriaguez ya disminuida o ya desaparecida, pregunta al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntales que hora es, y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, te responderán:
¡Es hora de embriagarse! Para no ser esclavos martirizados del tiempo, embriágate ¡embriágate sin cesar! De vino, de poesía, o de virtud, de lo que te plazca


Enivrez-vous

Il faut être toujours ivre. Tout est là : c’est l’unique question. Pour ne pas sentir l’horrible fardeau du temps que brise vos épaules et vous penche vers la terre, il faut vous enivrer sans trêve.
Mais de quoi ? De vin, de poésie ou de vertu, à votre guise. Mais enivrez-vous.
Et si quelquefois, sur les marches d’un palais, sur l’herbe verte d’un fossé, dans la solitude morne de votre chambre, vous vous réveillez, l’ivresse déjà diminuée ou disparue, demandez au vent, à la vague, à l’étoile, à l’oiseau, à l’horloge, a tout ce qui fuit, à tout ce qui gémit, a tout ce qui roule, à tout ce qui chante, à tout ce qui parle, demandez quelle heure est il ; et le vent, la vague, l’étoile, l’oiseau, l’horloge, vous répondront : - Il est l’heure de s’enivrer ! Pour n’être pas les esclaves martyrisés du temps, enivrez-vous, enivrez-vous sans cesse ! De vin, de poésie ou de vertu, à votre guise.

Dos tormentas

Eran las siete y media de la tarde, y como cualquier otro día laboral, dejé la oficina. Ni bien me monté sobre la acera, me acordé de esa canción que cantaba o cantó alguna vez John Fogerty que habla de la calma que antecede a la tormenta. El aire estaba rancio y espeso y el cielo entre claro y rosado. ¿La calma? La calma se cortaba con cuchillo.

Así fue entonces que dejé la oficina y comencé el camino a casa. Por suerte, vivo a pocos metros del trabajo y entonces, como siempre, regresé mirando –como en una repetida imagen en mi cabeza– las baldosas de la acera, tratando de evitar pisar en el movimiento de traslación de mi cuerpo las juntas de las mismas. Cualquier persona que me hubiese visto saltando de baldosa en baldosa evitando pisar las juntas, seguramente se habría acordado del temeroso y paranoico Jack. Yo, en cambio, me acordaba de los momentos de soledad de mi infancia.

Llené la pava de agua y puse la pava al fuego. La calle, de repente, se iluminó con una enceguecedora luz incandescente. Comencé a chupar mate y el viento empezó a seducir con sus caricias a las coquetas cortinas que se movían encantadas como la arábica alfombra mágica. Yo seguía con mi mate, Sabina le cantaba a una puta en la radio y Zeus incitaba e irritaba al viento y a la lluvia para que hicieran de las suyas.

El viento fresco me despeinaba, y la lluvia mojaba todo lo que se encontraba debajo de su falda, cuando súbitamente otra tormenta explotó dentro de mí: fue entonces que me acordé de los huevos fritos con jamón del medio día. Imaginé tal vez que la dieta mediterránea aparentemente se vio influenciada por el ya no tan caliente mate –más bien lavado– y éste, imagino, estimuló de alguna forma negativa a los pobres huevos y al elegante jamón. No tuve tiempo de nada, ni siquiera de terminar de lavar el mate. Aguanté la respiración mientras una gota de sudor frío dibujaba el perfil de mi nariz, junté las piernas a la altura de las rodillas, y corriendo como podía –asemejándome a un pingüino que se escapa de un cazador ilegal– y tratando a mi vez de que no se me cayera nada en el camino, enfilé mi cuerpo hacia donde se encuentra el asiento de lo intangible, dejando a Zeus jugando al viejito con la lluvia y con el viento malnacido.

Como siempre sucede en estos casos, el apoya cantos estaba frío como la muerte y al sentarme sobre él, un impulso eléctrico recorrió toda mi espalda. Zeus, por su lado, seguía jugando al viejito con el viento y la lluvia y la lluvia misma ya había perdido dos veces seguidas en el juego. Yo, por mi lado, seguía peleando y estremeciéndome por los estruendos que producían no Zeus y sus amigos, sino lo que iba quedando de los pobres huevos y de su excelente jamón.

Un par de jarrones se rompieron en la sala: lo intuí por el ruido envolvente que llegó desde el living. Entendí que Zeus y sus secuaces ya habían invadido mi morada entrando sin invitación por la ventana abierta que custodiaban con desgano las coquetas cortinas. La violencia del juego que llevaban a cabo estaba arrasando con todo lo que encontraban a su paso. Loco que parezca, esa destrucción no me importaba demasiado, puesto que, a la hora de priorizar problemas, ya había encontrado otro más urgente: la falta del papel que higieniza las vergüenzas.

Como un ciego en un rosedal iba tanteando lo que podía y como podía, ya que, a ese entonces, Zeus se había encargado de hacer saltar las llaves térmicas del departamento. Buscaba desesperadamente algo con que desvergonzarme pero no daba en el blanco, visto que todo estaba negro y oscuro. Estaba parado aunque con las piernas un tanto flexionadas hacia delante, dobladas de alguna forma sobre las rodillas y la retaguardia con cierta elevación. Solamente atiné a meter como un contorsionista mi mano derecha en el bolsillo izquierdo de mi pantalón –con la mano izquierda me sostenía del toallero; mi bolsillo derecho hace años que no lo uso: tiene un hueco que todos los viernes me prometo arreglar–. Para mi sorpresa encontré algo que, dada su textura, se asemejaba a un billete. Claro que no era capaz de distinguir su valor en términos económicos, pero como bien reza el refrán, donde faltan los tuertos, el ciego es reina –o algo parecido– y, dada la coyuntura, poco me importó que el prócer fuera el que arregla el calefón o el más importante letrado de la Biblia: a esa altura de las circunstancias la vergüenza se solidificaba y urgía una acción de limpieza inmediata.

viernes, 23 de octubre de 2009

Sartenazo ... (creo)

http://www.youtube.com/watch?v=VanOsbkNlIU

Me sorprendió encontrarme con esta foto. Casualmente, me hizo acordar al clima que imaginé cuando Clara leyó su primer escrito....

DIÁLOGO DE DIÉPTESIS

Aclaraciones tipo las de Marce:

Respecto a lo que se habló ayer sobre el cap. de Rayuela y Girondo, y la chica de ciencia ficción. Yo tb tenía bastante presente ese cap de rayuela de hecho hace un tiempo (va bastante tiempito) había escrito un texto usando ese recurso de hablar de algo con palabras que no existen y acá mezclé un par de idiomas también.


Bueno acá lo dejo:

De su nacimiento y evolución propia:


También como sus antecesores tienen origen: el de los Diéptesis se suscribe en letras, como no habría de ser de otra manera, de un Florencio que se rescata en unos pocos.

La nonimis estaba oscura y fría, debería haberse levantado por un trapso de capsi, pero prefirio surrarsu: “no me puedo dormir”, tras un lapsu prolongado balbuceo: “acariciame el noema”.
Y de bruscarlas de sorio nació la ranmisis de la cuore. Apretoniando la refesis und salcosteando un split, renacere la magma de las tretras del racio. Sandete: Yo soy menos sin vos. Y elsemesacó una de las trastes de su boca. Sapiendo que te liebe dich non podemos escaparnos de lla mano del miedo. Fueramos testigos o simples ecuásimos como cualquier Diéptesis.

MFL


jueves, 22 de octubre de 2009

Otra

"Me había sentado arriba de mi compañero de banco. Había llegado con mis cuadernos en mi mochila y no lo había visto, por eso apoye mi culito en sus piernas y tomamos toda la clase así, uno arriba del otro como si fuéramos del mismo sexo y como si nuestros pensamientos se fueran plagando unos con otros durante la clase. Habíamos formado un uno. Yo ya había escrito poemas en mi casa pensando en que podía unirme a cosas y nunca separarme."

Bueno siguiendo un poco con lo q en algún momento se propuso. Es es la chica q descubrí el otro día y me pareció muy interesante lo que hacía. Sobre todo porq tiene mi edad o un año menos o un año más no se no me acuerdo bien; y ya tiene un libro- y estudia teatro. Lo cual para mi eso ya son 8 puntos le quedan sumar dos lo cual no es demasiado.

Espero se copen y lo lean todo porque es muy interesante su estética- al menos para mi.

Besos

FLOr

A propósito de los comos...

Así estoy yo sin ti (Joaquin Sabina)

Extraño como un pato en el Manzanares,
torpe como un suicida sin vocación,
absurdo como un belga por soleares,
vacío como una isla sin Robinson,
oscuro como un túnel sin tren expreso,
negro como los ángeles de Machín,
febril como la carta de amor de un preso…
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Perdido como un quinto en día de permiso,
como un santo sin paraíso,
como el ojo del maniquí,
huraño como un dandy con lamparones,
como un barco sin polizones…
así estoy yo, así estoy yo sin ti.
Más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo, así estoy yo, sin ti.
Vencido como un viejo que pierde al tute,
lascivo como el beso del coronel,
furtivo como el Lute cuando era el Lute,
inquieto como un párroco en un burdel,
errante como un taxi por el desierto,
quemado como el cielo de Chernovil,
solo como un poeta en el aeropuerto…
así estoy yo sin ti.
Inútil como un sello por triplicado,
como el semen de los ahorcados,
como el libro del porvenir,
violento como un niño sin cumpleaños,
como el perfume del desengaño…
así estoy yo sin ti.
Amargo como el vino del exiliado,
como el domingo del jubilado,
como una boda por lo civil,
macabro como el vientre de los misiles,
como un pájaro en un desfile…
así estoy yo, así estoy yo sin ti.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Liniers... ¡Pero qué gracioso!

A ver, a ver. Si alguien me explica por qué alguna de las tiras de este fotolog resulta graciosa, tierna, ocurrente, o cualquier adjetivo tonto que pueda atribuírsele a Liniers... pues será mucho mejor persona de lo que yo soy.

lunes, 19 de octubre de 2009

Rojo Frutilla


Me hizo el amor,

y digo me hizo porque yo no entendía nada de cómo se hacia.

Me hizo el amor,
lo hizo y me lo hizo sentir;
al amor,
el que ella me había tenido por tanto tiempo.



Desde esa vez solamente tuve que volver a escapar (como antes),
a escapar de ella;
o de mi.
.



Yo no la amaba, de eso siempre tuve seguridad.
Y no me había hecho temblar lo testifico (hasta esa noche).

Hicimos lo que teníamos que hacer porque desde hace años nos lo debíamos.

Me hizo lo que me tenía que hacer y después nos dormimos.



Al otro día yo la abandoné en su casa,
la dejé sola como vivía y seguí con lo mió;
con mi vida.

Me vino a buscar a la empresa donde yo trabajaba.
La anunciaron porque yo era importante -ahí-
entonces me podía hacer la que no estaba.



No pensé en ella esa noche ni la siguiente.
Vi mucha tele y me acosté muy tarde;
pero no me quedó tiempo para pensar en ella -esas noches-.

Creo que supo que no la quise; o que lo sabe.



Me dijo por teléfono que nos fuéramos,
que podía conseguir trabajo en Italia y que Roma era una ciudad hermosa;
le cambié de tema –claro-.

Hace un mes me la crucé en un kiosco de acá del barrio,
estaba sola comprando pocas cosas;
no nos pudimos besar ahí –se entiende-;
la acompañé a su casa y me reiteró lo del viaje.
Nos dimos un beso mojado que todavía me acuerdo.
Me fui rápido.

No tenía ganas de decirle nada,
no sé porque fui.



A las dos semanas de eso se tomó un plane a Italia,
no me espero
supongo que intuía mi respuesta,
que nunca se la dije.

Ahora espero que no siga pensando en mi,
ni creyendo que pienso en ella.

Porque puedo asegurar que no pienso en ella.




MFL

viernes, 16 de octubre de 2009

Limitasao...

Exactamente así

El pozo estaba en algún lugar entre los yuyos. A eso, todos lo sabían. Lo que nadie sabía era exactamente dónde, como si alguien lo hubiera perdido por allí. Nosotros caminábamos como si nada, como si no hubiera yuyos, como si no hubiera pozo.

Ella me contaba que ya no vivía nadie en esa zona. Las pocas casas de los alrededores estaban desiertas y ruinosas, como si hubiese explotado una bomba atómica y la radiación los hubiese matado a todos. O, mejor, como si el pozo se hubiese tragado el pueblo entero para escupir las casas como semillas de sandía.

Eso es lo que ella me contaba mientras caminábamos. Que de vez en cuando alguien desaparecía en aquel campo, como si hubiese caído al pozo. Exactamente así. Yo asentía en silencio, pensando en otra cosa, en el contacto de su mano, en su sonrisa, en su voz dulce, cargada de entusiasmo, como una víbora de cascabel.

Así, enredados en algo parecido al amor, se nos fue la tarde. Dejó de existir. Como si el tiempo los disolviera, desaparecieron el campo, los yuyos, el pozo, su sonrisa, su voz, su mano, la mía. Nosotros.

jueves, 15 de octubre de 2009

El jardín

El enano respira, te mira, sonríe
y enchufa el enchufe de la radio en la pared.

El electrón se mueve por el cable,
atraviesa el enchufe, excita la radio
y mueve las torpes piernas del enano del jardín.

La enana se acerca, se aleja, le guiña un ojo
y balancea su cartera con frenesí.

El enano la mira, se acerca, se sonroja
y Bob Dylan cantaba Blowin’ in the wind.

El titiritero los mira, espía, sonríe
y desenchufa el sol del 27 de otoño de ese abril.

Su gordini y nosotros

El gordini escupía humo blanco por el escape. Y eso que nadie -todavía- había gritado habemus papam. En el cónclave gordiniano dos personajes eran llevados por el gordini de un lado para el otro, zigzagueando, como podía, entre los conos de la calle, los baches, las intrépidas viejecitas y hasta los puestos de promoción de una reconocida marca de preservativos y sus correspondientes promotoras.

Teníamos que llegar a tiempo para el trabajo y Augustus me había prometido que si lo ayudaba él iba a pagar lo criollos y el mate, pero, por sobre toda las cosas, los niños iban a quedar muy agradecidos con nuestra labor. Yo pensaba en realidad en otras dos cosas diferentes: en si el gordini iba a llegar a destino en tiempo y forma y en el contenido de los trajecitos sugerentes que vestían a las promotoras.

Finalmente, el trabajo a realizar fue realizado. Los niños -imaginaba y comentaba- deberían estar orgullosos de nosotros por haber hecho algo que en realidad no nos correspondía. Augustus replicaba agradecido que los orgullosos deberíamos ser nosotros por la labor hecha y agregó que la felicidad, hermano, es incompleta. Yo le retrucaba diciendo que el gobierno siempre canta envido con un cuatro de copas. El hecho es que terminamos el trabajo como se debía, y ahí, otra vez, arriba del gordini nos montamos para retornar al punto de partida.

Luego de tanto pensar -y eso que no creo en el destino ni me considero supersticioso-, una vez ya en movimiento y sobre la ruta, el bólido detuvo su marcha. Así nomás. Así, a secas. Pensé para mis adentros que era culpa mía, por haber pensado tan mal sobre él. Lo veía como una especia de quejosa venganza, pero no. Esta vez las fuerzas de la física y de la mecánica conspiraron contra el pulmón deteriorado de la pobre bestia prehistórica. Augustus, sorprendido e incrédulo, intentó varias veces ejecutar un electro-shock con la llave, pero el burro no nos daba ni la hora.

Fue entonces que intentamos desempolvar un poco nuestras neuronas ávidas de conocimiento técnico y Augustus sugirió que empujáramos el bólido para engañar así al burro haragán. ¡Eureka!, gritamos despavoridos. El gordini empezó otra vez a escupir humo blanco por su escape y su ronquido que asemejaba a una garganta trasnochadora nos dio la pauta de que todavía quería seguir transitando por las agrietadas calles cordobesas.

Sin embargo, el bólido no pudo sostener su estructura por mucho tiempo más. El humo blanco que a priori inundaba la atmósfera a través de su caño de escape empezó a rellenar ésta vez su corazón y nosotros empezamos a asfixiarnos con su espesura gaussiana. Frenando rápidamente casi sobre la acera, detuvimos el gordini y descendimos del mismo asustados por el humo que inundaba la cabina. Aludiendo, una vez más, a nuestros reconocidos conocimientos técnicos, empezamos a elucubrar las más locas y disparatadas posibles problemáticas que pudieran darnos alguna pista del porqué de lo sucedido para solventar el enmudecimiento del gordini.

Curiosamente, y para nuestra sorpresa mientras teorizábamos sobre la problemática, vimos que detuvimos el bólido a unos pasos de los puestos de promoción de preservativos. Las chicas -eran tres-, que los repartían bajo el eslogan de 'muera sin descendencia, pero muera con conciencia', nos observaban atónitas. Al girar mi cabeza y comprobar que nos miraban de esa manera, imaginé de repente que imaginaron que vieron a dos locos desesperados agitando los brazos -casi como marionetas guiadas por un titiritero primerizo- que se ahogaban adentro de una pecera con forma de gordini.

El gordini ya no escupía ni vomitaba humo blanco. Augustus quitó el contacto eléctrico y el pobre quedó mudo y sin vida. Las chicas nos miraban y nosotros mirábamos al gordini. Las teorías sobre electricidad y mecánica del automotor iban y venían así como la mirada de las chicas, que nos desconcertaba y hacía más difícil nuestro razonamiento. No obstante, nuestra investigación fue fructífera. Aparecieron cables en alto estado de temperatura y ya empezamos a intuir por dónde iban los tiros. Aún así, las miradas eran insistentes pero nuestro objetivo era también claro: no teníamos tiempo para otra cosa que no fuera revivir al gordini.

Augustus recurrió a su nimia caja de herramientas de donde obtuvo un trozo de cable de velador de dormitorio y un alicate quasi oxidado. Haciendo uso de sus aceitadas muñecas empezó por una punta del cable, desmembrándolo sólo un poco, hasta obtener y ver su corazón de cobre. Luego, la otra punta. Así, procedió al cambio del elemento identificado como el culpable de dañar las vías respiratorias del gordini. Yo, por mi parte ayudaba a iluminar la oscura realidad con la luz proporcionada por las diminutas pantallitas de dos teléfonos celulares que hacían las veces de linternas. Menos mal que tenían sus sendas baterías a plena carga. Fue un digno trabajo de equipo. Encontramos un problema. Pensamos una solución y pusimos manos a las obras. Trabajo perfecto. El gordini volvió a respirar.

Una vez ubicados dentro de la cabina del gordini, Augustus le dio un nuevo golpe eléctrico y empezó otra vez a toser y a escupir humo blanco por su escape. Sin embargo había algo que faltaba. Giré mi cabeza, buscando una mirada cómplice y sólo encontré vacío. Miré a Augustus buscando una respuesta y nada dijo. No entendía nada. Miré para afuera de nuevo. Nada. Media hora atrás, tres chicas nos miraban y nosotros les mostrábamos nuestras espaldas tratando de revivir al gordini. Ahora el gordini respira y mueve la cola como un perro contento, pero no hay chicas. 'Será que sólo hay vida en cantidades finitas', pensé. 'O es uno, o es otro', trataba de razonar. 'Si fuera así, entonces... el gordini... No, no tiene sentido'. 'La física y la mecánica priman sobre cualquier otro tipo de teorías', es lo que me habían enseñado. Pero no tuve tiempo de seguir pensando. Augustus puso primera, y luego de una bocanada blanca, el gordini se perdió por la avenida.

ryuichi sakamoto


Para todos aquellos que les gusta el piano y también la música electrónica, para todos aquellos que le gusta le ecléctico, para todos aquellos que simplemente les gusta la música.

La amistad (Giorgio Agamben)

La amistad está tan estrechamente ligada a la definición misma de la filosofía que se puede decir que sin ella la filosofía no sería propiamente posible. La intimidad entre amistad y filosofía es tan profunda que ésta incluye el phílos, el amigo, en su mismo nombre y, como suele suceder en toda proximidad excesiva, corre el riesgo de no llegar a realizarse. En el mundo clásico, esta promiscuidad y casi consustancialidad del amigo y del filósofo se daba por descontada y es ciertamente por una intención en algún sentido arcaizante que un filósofo contemporáneo -en el momento de formular la pregunta extrema: "¿qué es la filosofía?- llegó a escribir que ésta es una cuestión para tratar entre amis. Hoy la relación entre amistad y filosofía, de hecho, ha caído en descrédito y es por una suerte de compromiso y mala conciencia que aquellos que hacen profesión de filosofía intentan vérselas con este partner incómodo, y por así decir, clandestino de su pensamiento.

Hace muchos años, un amigo, Jean-Luc Nancy, y yo habíamos decidido intercambiar cartas sobre el tema de la amistad. Estábamos persuadidos de que ése era el mejor modo de acercarnos y casi "poner en escena" un problema que de otro modo parecía escapar a un tratamiento analítico. Yo escribí la primera carta y esperaba no sin temblor la respuesta. No es éste el lugar para intentar entender por qué razón -o quizá malentendido- la llegada de esa carta de Jean-Luc significó el fin del proyecto. Pero es cierto que nuestra amistad -que en nuestros objetivos habría debido abrirnos un acceso privilegiado al problema- fue en cambio un obstáculo y resultó, de algún modo, al menos provisionalmente, oscurecida.

Es por un malestar análogo y probablemente consciente que Jacques Derrida eligió como leitmotiv de su libro sobre la amistad un lema sibilino que la tradición atribuye a Aristóteles y que niega la amistad en el mismo gesto con el que parece evocarla: ô phíloi, oudeís philos, "¡Oh amigos, no hay amigo!". Uno de los temas del libro es, de hecho, la crítica de aquella que el autor define como la concepción falocéntrica de la amistad, que domina nuestra tradición filosófica y política. Cuando Derrida estaba todavía trabajando en el seminario del cual nació su libro, habíamos discutido juntos acerca de un curioso problema filológico que concernía precisamente al lema en cuestión. El se encuentra citado, entre otros, en Montaigne y en Nietzsche, quienes lo habrían extraído de Diógenes Laercio. Pero si abrimos una edición moderna de las Vidas de filósofos, en el capítulo dedicado a la biografía de Aristóteles (V, 21) no encontramos la frase en cuestión, sino una en apariencia casi idéntica, cuyo significado es no obstante diverso y bastante menos enigmático: "aquel que tiene (muchos) amigos, no tiene ningún amigo".

Una visita a la biblioteca fue suficiente para aclarar el misterio. En el año 1616, el gran filólogo de Ginebra Isaac Casaubon decide publicar una nueva edición de las Vidas. Junto al pasaje en cuestión -que todavía en la edición procurada por el suegro Henri Etienne decía ô phíloi (oh, amigos)- corrigió sin titubear la enigmática lección de los manuscritos, que se volvió así perfectamente inteligible, y por esto, fue acogida por los editores modernos.

Dado que informé enseguida a Derrida del resultado de mis investigaciones, quedé sorprendido, cuando el libro salió publicado con el título Politiques de l´amitié (Políticas de la amistad), al no encontrar allí ninguna huella del problema. Si el lema -apócrifo según los filólogos modernos- figuraba en el libro en su forma originaria, no era ciertamente por un olvido (descuido): era esencial, en la estrategia del libro, que la amistad fuera, al mismo tiempo, afirmada y puesta en duda.

En esto, el gesto de Derrida repetía el de Nietzsche. Cuando era todavía un estudiante de filología, Nietzsche había comenzado un trabajo sobre las fuentes de Diógenes Laercio, y la historia del texto de las Vidas (y por ende, también la enmienda de Casaubon) debía de serle perfectamente familiar. Pero la necesidad de la amistad y, al mismo tiempo, cierta desconfianza hacia los amigos eran esenciales para la estrategia de la filosofía nietzscheana. De aquí el recurso a la lección tradicional, que en sus tiempos ya no era corriente [...].

Es posible que a este malestar de los filósofos modernos haya contribuido el particular estatuto semántico del término "amigo". Es sabido que nadie ha logrado jamás definir de modo satisfactorio el sentido del sintagma "te amo", tanto que se podría pensar que él tiene carácter performativo -esto es, que su significado coincide con el acto de su enunciación. Consideraciones análogas se podrían hacer en relación con la expresión "soy tu amigo", aunque aquí el recurso a la categoría de lo performativo no parece posible. Creo, más bien, que "amigo" pertenece a aquella clase de términos que los lingüistas definen como no-predicativos, es decir, términos a partir de los cuales no es posible construir una clase de objetos en la cual inscribir los entes a los que se atribuye el predicado en cuestión. "Blanco", "duro", "caliente" son por cierto términos predicativos; pero ¿es posible decir que "amigo" defina en este sentido una clase consistente? Por extraño que pueda parecer, "amigo" comparte esta cualidad con otra especie de términos no-predicativos: los insultos. Los lingüistas han demostrado que el insulto no ofende a quien lo recibe porque lo inscribe en una categoría particular (por ejemplo, la de los excrementos o la de los órganos sexuales masculinos o femeninos, según las lenguas), lo cual sería sencillamente imposible o, en todo caso, falso.

El insulto es eficaz precisamente porque no funciona como un enunciado "constatativo", sino más bien como un nombre propio, porque llama en el lenguaje de un modo que el llamado no puede aceptar, y del cual sin embargo no puede defenderse, como si alguien se obstinara en llamarme Gastón sabiendo que me llamo Giorgio. Lo que ofende en el insulto es, así, una pura experiencia del lenguaje y no una referencia al mundo.

Si esto es verdadero, "amigo" compartiría esta condición, además de con los insultos, con los términos filosóficos, que, como se sabe, no tienen una denotación objetiva, y, como aquellos términos que los lógicos medievales definían como "transcendentes", significan sencillamente el ser.

Quisiera que observen ahora con cuidado la reproducción del cuadro de Giovanni Serodini que tienen antes sus ojos [Incontro di San Pietro e San Paolo sulla via del martirio, N. de T.]. La tela, conservada en la Galería nacional de arte antiguo de Roma, representa el encuentro de los apóstoles Pedro y Pablo en la calle del martirio. Los dos santos, inmóviles, ocupan el centro de la tela, rodeados por la gesticulación desordenada de los soldados y los verdugos que los conducen al suplicio. Los críticos a menudo han hecho notar el contraste entre el rigor heroico de los dos apóstoles y la confusión de la muchedumbre, iluminada aquí y allá por las luces salpicadas sobre los brazos, sobre los rostros, sobre las trompetas. Por mi parte, creo que lo que hace que este cuadro sea incomparable es que Serodine ha representado a los dos apóstoles tan cercanos, con las frentes casi pegadas la una sobre la otra, que no pueden verse en absoluto: sobre la calle del martirio, se miran sin reconocerse. Esta impresión de una proximidad por así decir excesiva es todavía mayor dado el gesto silencioso de las manos que se estrechan por lo bajo, apenas visibles. Siempre me ha parecido que este cuadro contiene una perfecta alegoría de la amistad. ¿Qué es, en efecto, la amistad, si no una proximidad tal que no es posible hacer de ella ni una representación ni un concepto? Reconocer a alguien como amigo significa no poderlo reconocer como "algo". No se puede decir "amigo" como se dice "blanco, "italiano", "caliente" -la amistad no es una propiedad o una cualidad de un sujeto-.

Pero es tiempo de comenzar la lectura del pasaje de Aristóteles que me proponía comentar. El filósofo dedica a la amistad un verdadero tratado, que ocupa los libros octavo y noveno de la Etica para Nicómaco. Dado que se trata de uno de los textos más célebres y controvertidos de toda la historia de la filosofía, daré por descontado el conocimiento de las tesis más consolidadas: que no se puede vivir sin amigos; que es preciso distinguir la amistad fundada sobre la utilidad o sobre el placer de la amistad virtuosa, en la cual el amigo es amado como tal; que no es posible tener muchos amigos; que la amistad a distancia tiende a producir olvido, etcétera. Todo esto es archisabido. Hay, en cambio, un fragmento del tratado que me parece no ha recibido la suficiente atención, aunque contiene, por así decir, la base ontológica de la teoría. Se trata de 1170 a 28 - 1171 b 35. Leamos juntos el pasaje:

El que ve, siente (aisthánetai) el ver; el que escucha, siente el escuchar, el que camina, siente el caminar, y así para todas las otras actividades hay algo que siente que estamos ejerciéndolas, de modo que si sentimos, nos sentimos sentir, y si pensamos, nos sentimos pensar, y esto es lo mismo que sentirse existir: existir significa en efecto sentir y pensar.

Sentir que vivimos es de por sí dulce, ya que la vida es por naturaleza un bien y es dulce sentir que un bien tal nos pertenece.

Vivir es deseable, sobre todo para los buenos, ya que para ellos existir es un bien y una cosa dulce. Con-sintiendo, prueban la dulzura por el bien en sí, y lo que el hombre bueno prueba con respecto a sí, también lo prueba con respecto al amigo: el amigo es, en efecto, un otro sí mismo. Y como, para cada uno, el hecho mismo de existir es deseable, así -o casi- es para el amigo.

La existencia es deseable porque se siente que ella es una cosa buena y esta sensación es en sí misma dulce. Pero entonces también para el amigo se deberá consentir que él existe, y esto adviene en el convivir y en el tener en común (koinomeîn) acciones y pensamientos. En este sentido se dice que los hombres conviven (syzên), y no como el ganado, que comparte la pastura. [...] La amistad es, en efecto, una comunidad y, así como es con respecto a sí mismo, así también para el amigo: y como, con respecto a sí mismo, la sensación de existir es deseable, así también será para el amigo.

Se trata de un pasaje extraordinariamente denso, porque allí Aristóteles enuncia tesis de la filosofía primera que no es dado hallar bajo esta forma en ningún otro de sus escritos:

1) Hay una sensación del ser puro, una aísthesis de la existencia.

2) Esta sensación de existir es en sí misma dulce.

3) Hay una equivalencia entre ser y vivir, entre sentirse existir y sentirse vivir. Es una decidida anticipación de la tesis nietzscheana según la cual "ser: no tenemos de ello otra experiencia más que vivir".

4) En esta sensación de existir insiste otra sensación, específicamente humana, que tiene la forma de un con-sentir la existencia del amigo. La amistad es la instancia de este con-sentimiento de la existencia del amigo en el sentimiento de la existencia propia. Pero esto significa que la amistad tiene un rango ontológico y, al mismo tiempo, político. La sensación del ser está, de hecho, siempre re-partida y com-partida y la amistad nombra este compartir.

5 )El amigo es, por esto, un otro sí, un alter ego.

Llegados a este punto, el rango ontológico de la amistad en Aristóteles se puede dar por descontado. La amistad pertenece al protè philosophía, porque lo que en ella está en cuestión concierne a la misma experiencia, la misma "sensación" del ser. Se comprende entonces por qué "amigo" no puede ser un predicado real, que se suma a un concepto para inscribirlo en una cierta clase. En términos modernos, se podría decir que "amigo" es un existencial y no un categorial. Pero este existencial -como tal, no conceptualizable- está atravesado sin embargo por una intensidad que lo carga de algo así como una potencia política. Esta intensidad es el syn, el "con" que reparte, disemina y vuelve compartible la misma sensación, la misma dulzura de existir.

Que este compartir tiene, para Aristóteles, un significado político, está implícito en un pasaje del texto que acabamos de analizar y sobre el cual es oportuno volver:

Pero entonces también para el amigo se deberá con-sentir que él existe, y esto adviene en el convivir y en el tener en común (koinoneîn) acciones y pensamientos. En este sentido se dice que los hombres conviven (syzên), y no como el ganado, que comparte la pastura.

La expresión que hemos traducido como "compartir la pastura" es en tò autò némesthai. Pero el verbo némo -que , como se sabe, es rico en implicaciones políticas, basta pensar en el derivado nómos- también significa: "formar parte", y la expresión aristotélica podría querer decir sencillamente "formar parte de lo mismo".

Es esencial, en todo caso, que la comunidad humana sea definida aquí, con respecto a la animal, a través de un convivir (syzên adquiere aquí un significado técnico) que no está definido por la participación en una sustancia común, sino por un compartir puramente existencial y, por así decir, sin objeto: la amistad como con-sentimiento del puro hecho de ser.

El que esta sinestesia política originaria se haya convertido con el tiempo en el consenso al cual confían hoy sus suertes las democracias en la última, extrema y exhausta fase de su evolución es, como se suele decir, otra historia, sobre la cual los dejo reflexionar.

(1) Se trata del cuadro Incontro di San Pietro e San Paolo sulla via del martirio, de Giovanni Serodine (1624-1625)

Traducción de Flavia Costa. www.agamben.com.ar

martes, 13 de octubre de 2009

La importancia del cómo y el por qué

Blanca se sienta a la mesa.
Sus padres la esperaban hacía ya unos minutos.
Al verle la expresión en la cara
no le reprochan que se haya tardado.
Hablan entre ellos para romper el silencio.
Blanca corta la carne con la mirada perdida.
De pronto su padre
pregunta qué tal anoche
y ella rompe en un llanto nervioso.
Ambos respiran profundo.
Blanca se tapa la cara con las manos.
Su padre -como siempre-
le dice que no se ofende si no quiere contar.
Su madre -como siempre-
le pregunta qué pasó.
Blanca se siente agobiada,
le aturde cada palabra,
le incomodan las miradas
que imagina aunque no ve;
le molesta el mantel
floreado, rosa, verde,
la ironía en los motivos,
y el modo en que están dispuestos
los lugares de sus padres
y el de ella
en torno a la mesa.
Blanca se queda callada,
se quita las manos de la cara…
y dice
nada,
después dice no sé,
y finalmente cuenta todo.
Blanca no llora por amor.
Tampoco entiende muy bien por qué llora
pero a esto no puede decirlo.
Entonces les habla de Negro,
del desencuentro de la noche anterior,
y del infeliz desenlace de un mal entendido.
Blanca se culpa sin culpa,
se siente inocente.
Su padre le pregunta cómo
y ella responde no sé.
Su madre pregunta por qué,
y ella responde
no sé.
Blanca sólo quiere llorar.
Quisiera vomitar pero no puede.
Le duele la garganta, las manos,
las hojas en blanco…
Le duele las calles del barrio,
el cielo cuadrado desde su jardín,
las mañanas oscuras,
las ventanas,
y el único cd que lleva en el auto,
ese de color blanco
con una leyenda escrita a mano
que señala la canción
que sueña
con destinos inciertos…

Ella también quiere un pasaje a cualquier lugar.




Majo Arrigoni

jueves, 8 de octubre de 2009

veranos

1

Hago que duermo

pero no duermo

me dejo estar

el brazo cuelga del sillón

cae la baba por la almohada

dejo que me pinten la cara con dentífrico

escucho sus risitas,

se chistan, susurran,

van y vuelven en puntas de pie.

Afuera mamá y la abuela toman mate

esperan que despierte

Adentro ellas y yo

luchando silenciosamente

a ver quien aguanta más.

Es mi cumpleaños

pero no hay torta,

hay dentífrico, hay calor, hay mate,

hay mamá, abuela, hermanas, primas,

pero no hay papá.

Hay pileta, hay pollo asado

es verano y quiero que se acabe.

2

Pastar como las vacas

relinchar

retozar

bostezar.

Giro.

Respiro el pasto

me froto

giro otra vez.

Extiendo el brazo

extiendo el otro brazo

abro las piernas

cierro los ojos.

Zumban las moscas

la siesta amarilla

las manos pegajosas

recojo mi cuerpo

y lo tiro al río

Floto

escucho el agua

tallar la piedra.

Me arrugo.

Abro los ojos

Los peces

Que flotan están muertos.

3

la mallita enteriza parece gris

pero era blanca con florcitas.

el corazón calado

del vestido

mostraba piel

y era transparente

con venitas azules

saltamos la verja

para robar la fruta

correr

correr más

la risa chilla bajo los árboles

hundimos las uñas en la cáscara

saltan gotas

cerramos los ojos

todo es rojo,

todo huele a naranjas,

abrimos la pulpa

abrimos las bocas

y masticamos la siesta.

4

Crees que lo estás haciendo bien, las palabras salen y

se acomodan una tras otra y

todas juntas cantan en inglés,

pero algo se despatarra.

Se te cae el pantalón,

se te escapa el chorrito y

te pones a correr entre los autos,

correr como descocida,

saltar adentro.

las palabras ya no se acomodan

las palabras enmudecen, se taran, se golpean

contra

los bordes de los sonidos

chillan al estallarse

y corres

entre los espacios vacíos que dejan

5

el ojo se torció solito

esa cara no mira con ese ojo

ese ojo

es un espía

me muestra sus dientes

y ríe a carcajadas

se burla de mi cara

leru leru

quiero apretarlo

hacerle saltar venitas

leru leru

esa cara empieza a

mirarme mal

arruga la frente

los pelos de la oreja

apuntan a mi lengua

sonrío

muestro mis dientes blancos

y torcidos

escupo mis manos

y aliso mi pelo

me acerco

beso la cara

guiño al ojo

Y todo se hunde otra vez.


miércoles, 7 de octubre de 2009

Fiesta del taller - II

Buenos días talleristas...

Se acerca el finde y creo que hemos olvidado o dejado de lado la discusión referente a la fiesta del taller. ¿Hay actividad programada para este fin de semana?

Espero comentarios...

Besos y vasos,

Lucas

lunes, 5 de octubre de 2009

Día de pescador

Esta es la historia de un hombre. De un hombre con hache mayúscula. De un hombre con hambre. De un hombre común. Aunque también podría arriesgarme un poco más y caminar por el elástico urgente, infinito y tenso y sugerir que es a su vez la historia de una mujer. De una mujer como cualquier otra. De una mujer en busca de un hombre. O de un hombre con hambre de mujer.

Hombre y mujer tienen sus círculos primarios y secundarios. No dibujados por compases. Son círculos irregulares, deformes, cuadrados, y por lo tanto, tal vez, círculos sociales. Círculos de amigos. De conocidos. De desconocidos. Y así como los conjuntos de Venn, sus círculos se entrecruzan generando áreas comunes a ambos. Y así, otra vez, como Venn lo pensó en algún momento, nosotros también lo pensamos ahora y creemos que es posible que este hombre y esta mujer puedan llegar a conocerse a través de alguna intersección, alguna grieta; grieta de Venn.

Hombre y Mujer (y ahora los escribo con mayúscula para darles importancia, para rescatarlos de la masa colectiva y uniforme de hombres y mujeres) caen dentro de esta grieta. Y se ven. Y se observan. Y como un pezón atrae a un par de labios, y viceversa, estos dos se aproximan y se hablan. Se mienten blancamente –vaso en mano– haciendo uso de las milenarias técnicas de la seducción y del chamuyo. Hasta que pez y anzuelo se juntan y la boya se hunde en el agua cristalina y la tanza se tensa aún un poco más durante el rato que dura el intercambio de datos personales que obligará, ¡ojalá loco!, a un futuro día de pesca.

Puchero




El pasillo largo estaba igual que siempre.
Golpeé.
La puerta interna de la casa se abrió y apareció la cara sorprendida de Abuela-padre,
de abuela -(difunto)-padre.

La casa estaba en frente de mi ex -escuela,
de mi primaria ex -escuela;
pero además de la calle y un poco de vereda, la casa siempre estuvo separada del resto por ese pasillo- largo-.

Nos veíamos poco; cada cinco o seis meses.

II

Traspasé la puerta.

Mientras me invitaba a tomar un café yo le decía que tenía solo media hora;
ella entremedio me decía que no importaba, y a su vez movía un sillón de lugar y acomodaba unas revista de la mesa y me presentaba a un tipo- que era su hermano- y que se iba a jugar el 25, 14, y 22 a la Quinela.

El 22,
el loco,
el número que odiaba mi viejo. Pensé.


Beso seco y salté los tres escalones que nos llevaban a la cocina.
No los bajé los salté.

Mientras la pava hervía- o esperábamos que hirviera-
miré por la ventana al patio.

Se resolvieron pocas cosas,
y me subió como un nudito entre las sienes y la garganta;
apreté dos instantes los dientes
y salvé la tensión preguntando por unos perros.
(me sirvió a mi la pregunta).

El café fue espeso y sobre-dulzón.
Abuela-Padre me contó muchas cosas,
cosas que nunca había contado:
de su madre,
de sus tíos,
de la granja improvista,
de la hipoteca perdida;
de porqué había dejado sus estudios-secundarios-,
su lento aprendizaje de la cocina,
su amor incondicional por Abuelo-Padre.
De su padre, también habló de su padre:
las matemáticas, las mujeres, los negocios.

Hablamos cuarenta minutos.
Yo llegué tarde.

Mientras me levantaba nombró a la muerte.
Dijo algo de mi prima que hacía casi dos años se había suicidado.
“nadie sabe porqué lo hizo” dijo;
y yo asentí con la cabeza de espalda al patio.

La cocina transpiraba por la olla ondeando que no hacia ruido todavía.

Miré el reloj y la borra de café acabado.

Miré de nuevo el reloj y en menos de cinco minutos abandoné la casa.








MFL